lunes, 21 de mayo de 2012

El mundo puede tener un final diferente (2)

Cuento: La última noche del mundo
Autor: Ray Bradbury
Autora del final alternativo: Mónica Hernández Montoya
Plantel: Morelos

-¿Qué harías si supieras que ésta es la última noche del mundo?
El hombre sacudió la cabeza. El hombre y la mujer se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música, y luego observaron, juntos, las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
-Bueno -dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
-Nos hemos llevado bien, después de todo -dijo la mujer.
-¿Tienes ganas de llorar? -le preguntó el hombre.
-Creo que no. Hemos vivido lo suficiente como para decir que tendré un final feliz.Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche, y retiraron las colchas.
-Las sábanas son tan limpias y frescas…
-Estoy cansada.
-Todos estamos cansados. Tal vez por eso nos ha llegado el fin.
-Me habría gustado pasar más tiempo con las niñas
-Si a mí también, me hubiera gustado verlas crecer.
-Tener nietos, hubiera sido maravilloso…
Se metieron en la cama.
-Un momento -dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
-Me había olvidado de cerrar los grifos.
-Eres realmente encantadora, por algo te elegí para ser mi acompañante hasta el fin de mis días literalmente.Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se tendieron
inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
-¿Estaremos haciendo bien, en pasar nuestra última noche sin estar al lado de nuestras hijas?
-No lo sé, tal vez deberíamos ir a dormir al lado de ellas y padecer junto de ellas, como debe ser.
-Tienes razón, son nuestras hijas, nuestra vida está al lado de ellas, debemos terminarla juntos
-Vamos.
-Está bien.
Con esta decisión, ambos se levantaron de su lecho nocturno y se dirigieron lentamente y sin hacer ruido, hacia el dormitorio de sus hijas, donde la puerta aun continuaba entreabierta, como ellos la habían dejado minutos antes de irse a dormir.
-Son realmente adorables.
-Sí lo son, son exactamente iguales a ti, perfectas.
-Sí son las hijas perfectas, no pudimos ser mejor compensados en esta vida, lo único que lamento es que ellas no podrán disfrutar de su grandeza.
-Sí pero pienso que hasta ahora han sido plenamente felices, les hemos dado una vida realmente
favorecedora, tranquila y feliz.
-Estoy de acuerdo contigo, las hemos tratado como lo que son: nuestras princesitas, como…
Interrumpió su mujer.
-Nuestras hijas.
Caminando lentamente por la habitación, dirigiéndose hacia la cama, ambos tomando un lado distinto para quedar cada uno por su lado, y así poder velar el sueño de sus hijas.
-Son lindas, ¿verdad? -dijo la mujer.
-Sí, lo son -dijo el hombre.
-Buenas noches -dijo el hombre después de un rato.
-Buenas noches -dijo la mujer.



-¿No la bomba atómica, o la bomba de hidrógeno?
-No.
-¿Una guerra bacteriológica?
-Nada de eso -dijo el hombre, revolviendo suavemente el café-. Sólo, digamos, un libro que se cierra.
-Me parece que no entiendo.
-No. Y yo tampoco, realmente. Sólo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, y sólo una cierta paz.-Miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara-. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.
-¿Qué?
-Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: "¿Qué piensas, Stan?", y él me dijo: "Tuve un sueño anoche". Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ése. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
-¿Era el mismo sueño?
-Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No concertamos nada. Nos pusimos a caminar, simplemente cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios, o que se observaban las manos, o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.
-¿Y todos habían soñado?
-Todos. El mismo sueño, exactamente.
-¿Crees que será cierto?
-Sí, nunca estuve más seguro.
-¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.
-Para nosotros, en cierto momento de la noche. Y a medida que la noche vaya moviéndose alrededor del mundo, llegará el fin. Tardará veinticuatro horas.
Durante unos instantes no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose a los ojos.
-¿Merecemos esto? -preguntó la mujer.
-No se trata de merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por qué?
-Creo tener una razón.
-¿La que tenían todos en la oficina?
La mujer asintió.
-No quise decirte nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron lo mismo. Pensé que era sólo una coincidencia. -La mujer levantó de la mesa el diario de la tarde-. Los periódicos no dicen nada.
-Todo el mundo lo sabe. No es necesario. -El hombre se reclinó en su silla mirándola-. ¿Tienes miedo?
-No. Siempre pensé que tendría mucho miedo, pero no.
-¿Dónde está ese instinto de autoconservación del que tanto se habla?
-No lo sé. Nadie se excita demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
-No hemos sido tan malos, ¿no es cierto?
-No, pero tampoco demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas, muchas cosas abominables.
En el vestíbulo las niñas se reían.
-Siempre pensé que cuando esto ocurriera la gente se pondría a gritar en las calles.
-Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
-¿Sabes?, te perderé a ti y a las chicas. Nunca me gustó la ciudad, ni mi trabajo, ni nada, excepto vosotros tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí, sentados, hablando de este modo?
-No se puede hacer otra cosa.
-Claro, eso es; pues si no estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
-Me pregunto, sin embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
-Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los niños, acostarse. Como siempre.
-En cierto modo, podemos estar orgullosos de eso…como siempre.
El hombre permaneció inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
-¿Por qué crees que será esta noche?
-Porque sí.
-¿Por qué no alguna otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
-Quizá porque nunca fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
-Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y que nunca llegarán a tierra.
-Eso también lo explica, en parte.
-Bueno -dijo el hombre incorporándose-, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.
-No sé…-dijo el marido al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
-¿Qué?
-¿Cerraremos la puerta del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
-¿Lo sabrán también las chicas?
-No, naturalmente que no.
-¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?
-Sí, en serio.
-No sé. No lo he pensado.
El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
-Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.
-¡No lo dirás en serio!
El hombre asintió.
-¿Una guerra?

El mundo puede tener un final diferente (1)

Leer & escribir son actividades complementarias. Vas leyendo la historia y te cuestionas: "¿por qué el autor escribió ese final? ¿Por qué el protagonista tuvo que terminar así? ¿Por qué mejor no terminar la historia de esta manera? ¿Y si la protagonista hubiera hecho esto?". Para dar respuesta a preguntas como éstas, hoy les comparto algunos finales alternativos escritos por los integrantes del CILE, para complementar los cuentos sobre el fin del mundo:

Cuento: Fin del mundo del fin
Autor: Julio Cortázar
Autora del final alternativo: Elena Magarita Llamas
Plantel: Morelos

Como los escribas continuarán, los pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán también de escribas. Cada vez más los países serán de escribas y de fábricas de papel y tinta, los escribas de día y las máquinas de noche para imprimir el trabajo de los escribas. Primero las bibliotecas desbordarán de las casas, entonces las municipalidades deciden (ya estamos en la cosa) sacrificar los terrenos de juegos infantiles para ampliar las bibliotecas. Después ceden los teatros, las maternidades, los mataderos, las cantinas, los hospitales. Los pobres aprovechan los libros como ladrillos, los pegan con cemento y hacen paredes de libros y viven en cabañas de libros. Entonces pasa que los libros rebasan las ciudades y entran en los campos, van aplastando los trigales y los campos de girasol, apenas si la dirección de vialidad consigue que las rutas queden despejadas entre dos altísimas paredes de libros. A veces una pared cede y hay espantosas catástrofes automovilísticas. Los escribas trabajan sin tregua porque la humanidad respeta las vocaciones, y los impresores llegan ya a orillas del mar.

El presidente de la república habla por teléfono con los presidentes de las repúblicas, y propone inteligentemente precipitar al mar el sobrante de libros, lo cual se cumple al mismo tiempo en todas las costas del mundo. Así los escribas siberianos ven sus impresos precipitados al mar glacial, y los escribas indonesios etcétera. Esto permite a los escribas aumentar su producción, porque en la tierra vuelve a haber espacio para almacenar sus libros. No piensan que el mar tiene fondo, y que en el fondo del mar empiezan a amontonarse los impresos, primero en forma de pasta aglutinante, después en forma de pasta consolidante, y por fin como un piso resistente aunque viscoso que sube diariamente algunos metros y que terminar por llegar a la superficie. Entonces muchas aguas invaden muchas tierras, se produce una nueva distribución de continentes y océanos, y presidentes de diversas repúblicas son sustituidos por lagos y penínsulas, presidentes de otras repúblicas ven abrirse inmensos territorios a sus ambiciones etcétera.

El agua marina, puesta con tanta violencia a expandirse, se evapora más que antes, o busca reposo mesclándose con los impresos para formar la pasta aglutinante, al punto que un día los capitanes de los barcos de las grandes rutas advierten que los barcos avanzan lentamente, de treinta nudos bajan a veinte, a quince, y los motores jadean y las hélices se deforman. Por fin todos los barcos se detienen en distintos puntos de los mares, atrapados por la pasta, y los escribas del mundo entero escriben millares de impresos explicando el fenómeno y llenos de una gran alegría. Los presidentes y los capitanes deciden convertir los barcos en islas y casinos, el público va a pie sobre los mares de cartón a las islas y casinos donde orquestas típicas y características amenizan el ambiente climatizado y se baila hasta avanzadas horas de la madrugada. Nuevos impresos se amontonan a orillas del mar, pero es imposible meterlos en la pasta, y así crecen murallas de impresos y nacen montañas a orillas de los antiguos mares.

Los escribas comprenden que las fábricas de papel y tinta van a quebrar, y escriben con letra cada vez más menuda, aprovechando hasta los rincones más imperceptibles de cada papel. Cuando se termina la tinta escriben con lápiz etcétera; al terminarse el papel escriben en tablas y baldosas etcétera. Empieza a difundirse la costumbre de intercalar un texto en otro para aprovechar las entrelíneas, o se borra con hojas de afeitar las letras impresas para usar de nuevo el papel. Los escribas trabajan lentamente, pero su número es tan inmenso que los impresos separan ya por completo las tierras de los lechos de los antiguos mares. En la tierra vive precariamente la raza de los escribas, condenada a extinguirse, y en el mar están las islas y los casinos o sea los transatlánticos donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán.

http://www.google.com.mx/imgres?hl=es&gbv=2&biw=1024&bih=567&tbm=isch&tbnid=NQOaGTmliMsfdM:&imgrefurl=http://web.educastur.princast.es/proyectos/grupotecne/asp1/investigacion/vermensajebbb.asp%3Fidmensaje%3D3193&docid=uMSNGg7qlnysSM&imgurl=http://web.educastur.princast.es/proyectos/grupotecne/archivos/investiga/193escriba-copia.jpg&w=535&h=444&ei=-0K6T8aAF-iniQLAjvHEBg&zoom=1&iact=hc&vpx=392&vpy=194&dur=2062&hovh=204&hovw=246&tx=105&ty=228&sig=101921975937997243503&page=1&tbnh=165&tbnw=199&start=0&ndsp=10&ved=1t:429,r:2,s:0,i:83Los escribas no tienen miedo al oír la palabra "extinguirse" ya que son felices con el recuerdo de que escribieron muchas palabras y que llenaron libros de letras; no importó que pocos leyeran esos libros mientras disfrutaran cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo para continuar escribiendo esos maravillosos y hermosos textos, ya que dentro de ellos se encuentran los sueños más maravillosos que nadie puede pasar porque el tiempo leyendo se pasa rápidamente y si pierdes el tiempo leyendo será lo mejor que te pudo haber pasado. Los escribas continuarán con su historia y en un futuro no muy lejano las personas se darán cuenta de que leer es lo mejor y, para entonces, probablemente será muy tarde porque los escribas ya no estarán ahí para continuar construyendo esos grandísimos libros pesados, que te llevan a otra dimensión de la cual nunca vas a querer salir. Los escribas tienen un sueño, un sueño que no saben si se hará realidad y ese sueño es continuar su vida escribiendo porque al momento de extinguirse no sabrán a dónde ir, no tendrán otro motivo, otra cosa qué hacer, no les gusta porque su vida es escribir y desean que toda su vida esa sea su profesión.

¿Qué será de la vida de los escribas en un futuro? A las personas no les importa continuar sin leer, ya que a la mayoría de la gente no le llama la atención leer, les parece muy aburrido ver tantas palabras y tantas letras y más si son una miniatura. Pero los escribas lo único que hacen con hacer la letra más pequeña es seguir disfrutando los últimos momentos que les queda en su profesión de escribas y se les aproxima muy rápidamente, cada vez más cerca, el final de su historia y aunque para ellos termine esto, el resto del mundo seguirá viviendo la vida como si no hubiera pasado nada. En cambio, deberían de preocuparse por los escribas porque nunca saben si sus hijos o nietos les gustaría ser uno de ellos.

FIN ALTERNATIVO 1


Autora del final alternativo: Karla P. Campos
Plantel: Morelos
En común, fueron y durmieron pensando que en esa noche sucedería lo inesperado. El hombre sonrió y suavemente le dio un delicado beso a su mujer. Ésta le dijo cuánto lo amaba y, antes de dormir, fueron y vieron a las niñas: para ellos sería la última vez que la verían. A la mañana siguiente cuál sería su sorpresa que, al despertar, vieron un mundo muy diferente al de antes y así se dieron cuenta que el fin del mundo ya había llegado y ahora no vivían en la tierra si no en el cielo.

FIN ALTERNATIVO 2
El fin del mundo de Cortázar podría ser el paraíso para muchos de nosotr@s. Por eso, te invitamos a seguir leyendo y escribiendo.